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CONSECUENCIAS DE LAS SANCIONES PARA RUSIA Y LA UNIÓN EUROPEA

Por Alexander Vasílchikov; Columnista invitado


El sitio web del Consejo de la Unión Europea ofrece material sobre el impacto de las sanciones unilaterales de la UE en la economía rusa.



Dice que las restricciones impuestas tienen como objetivo debilitar la capacidad de Moscú para “financiar la guerra” y están dirigidas principalmente contra la élite política, militar y económica de nuestro país.


Para apoyar la tesis sobre la “eficacia” de las restricciones antirrusas, se citan estimaciones del Banco Mundial -ya obsoletas- que sugieren que en 2022 el PIB de Rusia puede disminuir en un 11,2%, las exportaciones rusas en casi 31% y la inflación será del 22%.


Es obvio que tales pronósticos hechos “en el estado de afecto” hace unos meses, actualmente son irrelevantes.



Según las estimaciones actualizadas de la OCDE, la caída del PIB de Rusia en 2022 puede ser del 5,5 % (en junio de este año, los expertos de esta organización hablaban de 10%).


Al mismo tiempo, según los cálculos del Ministerio de Desarrollo Económico de Rusia, la reducción del PIB del país en 2022 no superará el 2,9%.


Lo mismo se aplica a las previsiones de inflación: la OCDE pronostica un 13,9%, fuentes oficiales rusas, 12,4%.


Ninguno de los analistas serios se atreve a hablar ya de un 22%.



Las restricciones tuvieron un impacto negativo significativamente menor en Rusia de lo que había esperado en Occidente.


Mediante la introducción de sanciones sin parangón en alcance y detalle, la UE esperaba provocar colapso de la economía rusa y quebrantar la situación interna del país. Eso no sucedió.


Entre los grandes perdedores de la guerra económica desatada por Occidente, la crisis energética y la inflación creciente provocadas por ella, además de los países emergente, se encuentran los propios Estados de la UE.


En febrero de 2022, la Comisión Europea publicó estimaciones oficiales, según las cuales el crecimiento del PIB de la UE para fines de este año debería haber sido de alrededor del 4%, pero en unos meses esta cifra se ajustó al 2,7%.


Menos aún será el crecimiento económico en 2023: 1,5% (en lugar de 2,8% en los cálculos de "invierno" y 2,3% en los cálculos de "primavera").



Estas cifras, solo a primera vista, parecen algo más optimistas en comparación con los indicadores macroeconómicos actuales de Rusia.


Ellas no reflejan el descenso acelerado del nivel de vida de las capas vulnerables de la población en la UE y la competitividad de las industrias europeas de uso intensivo de energía.


Además, empeora la situación en la UE su política financiera durante la pandemia (en solo dos años, el BCE inyectó cerca de 2,5 billones de euros en el mercado monetario para estimular la actividad económica) que condujo a un reciente aumento récord de la inflación, así como los frenéticos intentos de Bruselas de deshacerse de la “dependencia” energética de Rusia.


La inflación en la UE, según Eurostat, en agosto de 2022 en términos anuales llegó a un nuevo récord histórico: 10,1%.


La subida de precios fue más alta en los países bálticos que más activamente promueven enfoques antirrusos dentro de la UE: en Estonia (25,2%), Lituania (21,1%) y Letonia (20,8%).



La contribución más significativa a la espiral inflacionaria la está haciendo ahora el aumento de los precios de los recursos energéticos, así como de los alimentos y los fertilizantes.


En cuanto al objetivo es privar a Moscú de fuentes de ingresos por exportaciones y reducir el potencial industrial y militar de nuestro país, aquí tampoco le va bien a Bruselas. Las acciones de la UE conducen al resultado opuesto.


En la primera mitad de 2022, el volumen de negocios comercial entre Rusia y los países de la UE, según Eurostat, aumentó un 36,4% en comparación con el mismo período del año pasado, ascendiendo a más de 150 mil millones de euros.


El papel principal aquí lo jugó el crecimiento en el costo de los suministros rusos a la UE, incluidos la energía, en un 78,9% a 120,4 mil millones de euros (incluso frente a una reducción en sus volúmenes físicos).



Al mismo tiempo, las exportaciones de la UE a Rusia cayeron un 30,4% a menos de 30 mil millones de euros, lo que generó un enorme superávit a favor de Rusia por un monto de más de 90 mil millones de euros en la primera mitad del año.


De una manera esperada, pero a la vez poco favorable para Colombia, las sanciones afectan el intercambio comercial. Las exportaciones de Rusia a Colombia crecen: en los primeros ocho meses llegaron a 296 millones de dólares, haciendo casi el total del año pasado (USD 303 millones).


Mientras, en sentido contrario están cayendo: en los primeros nueve meses de este año apenas llegan a USD 96 millones. El año pasado este mismo indicador fue de USD236 millones.


El sector más afectado es la industria agrícola colombiana, que en esta situación se vislumbra como una víctima inocente de los juegos geopolíticos de Occidente.




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