Por Patricia Rodríguez Guevara; psicóloga organizacional con más de 20 años de experiencias.
Le escribo al amor, a ese sentimiento que fluye o se estanca, que se transmite, que se recibe, que es capaz de transformarlo todo.
A ese sentimiento que encanta, que endulza, que provoca… Que “enloquece” a algunos, a otros embriaga. Para mí el motor de todo en la vida.
Del amor nacemos y por amor otros mueren. Algunos se han apasionado, se obsesionan, otros pierden la cordura, algunos se inspiran y motivan a dar lo mejor de sí por llegar a sitios inesperados, lugares recónditos y mágicos.
Sucede en todas las etapas de la vida y puede evidenciarse en cualquier rol que desempeñemos en esta. Siendo hijos, hermanos, padres, abuelos, amigos, compañeros de aventuras y de trabajo y hasta amantes, ese rol que algunos ocultan por temor a ser descubiertos, por la exquisitez que hay en los actos y en las palabras. Cualquiera que lo haya experimentado sabrá que no quieren que se acabe, también por la adrenalina que causa estar en situaciones como esta.
Es claro, todo lo que es novedoso llama la atención y los encantos de esas primeras etapas fascinan y enamoran. Pero el tiempo te aterriza y te muestra que ahí, tampoco hay perfección
Mientras escribo, recuerdo diferentes momentos donde fui espectadora y otros donde he sido la protagonista.
Es fascinante hacer remembranza de esos instantes y hoy tener la capacidad de ver todo con calma, con mucha más sensatez y sonreír ante el recuerdo de aquello que al igual que a ti me generó estrés, un par de lágrimas, coraje, sonrisas, mucha felicidad.
Como te darás cuenta, aquí no se salva nadie y los psicólogos también tenemos un corazón apasionado, inquieto, jocoso, curioso, con un toque de picardía que endulza y encanta.
Todos en algún momento hemos tenido ese gran escenario donde la historia dejó huella y nos hizo inolvidables.
En las empresas donde he pasado gran parte de mi vida, he visto como el amor por el trabajo conlleva a la pasión y esta al cumplimiento de las metas y objetivos, pero como todo tienen dos caras mientras algunos sienten ese amor que transforma, otros se desvanecen por la angustia y el malestar que experimentan por tener que llegar a trabajar donde no se sienten queridos ni valorados.
Sin duda, al igual que yo habrás escuchado esa frase célebre que dice: “del amor al odio solo hay un paso”, pues bien, creo que se experimenta cuando en verdad amas con locura y con pasión desmedida.
Es tan fácil hacer esta transición, más aún cuando equivocadamente crees amar más al otro que a ti mismo. Personalmente pienso que no puedes amar a otro ser sin amarte primero, pero es algo que evidenció casi a diario.
Y en las empresas bastante lo he visto.
Allí donde en mis diferentes roles he podido ser espectadora de muchas situaciones que han llevado a la cima y otras que terminaron en situaciones complejas, donde como digo, la pasión de algunos se convierte en obsesión, para otros en celos. Si, esos celos profesionales que no permiten que el espíritu colaborativo y creativo coadyuve al logro de los mejores resultados.
Y cómo olvidar esas situaciones donde la envidia, la necesidad de reconocimiento, los egos inflados e inseguridades y complejos, conlleva a que algunos pasen por encima de talentos, aún sabiendo muy en su interior que aquello que no se reconoce en el otro, es lo que se termina envidiando de esos pares o compañeros.
No quieren o no tienen la capacidad de aprender de ellos para ser mejores personas y trabajar en sus propias debilidades a fin de convertirlas en fortalezas.
Quizás algunos se preguntan ¿cómo empiezo a hablar del amor y hago un salto a esto último…?
Bien, así somos los seres humanos. Estamos en crecimiento permanente, pero también a veces tenemos retrocesos devastadores que nos dejan tristeza y desasosiego porque nos puede más el ego, la falta de amor propio que tener la capacidad de darnos cuenta que no hay perfección en nuestra humanidad.
Esta es entonces la realidad vista tras mis ojos, comprendida e interpretada desde la sensibilidad que me acompaña y el conocimiento adquirido en el desarrollo de mi profesión. Desde luego, a través de las múltiples relaciones con seres divinos y otros no tantos, pero de estos últimos también he aprendido bastante. Tengo claro lo que no me gusta, lo que no sirve, lo que estanca, lo que no debe repetirse y sigo aprendiendo día a día.
Siempre procuro quedarme con lo bueno.
Y es que así soy, analítica, paciente ante las situaciones difíciles y curiosamente impaciente ante la simplicidad.
Hoy con el paso de los años, un poco más madura y realista, con más conocimiento acerca del comportamiento humano, he llegado a algunas conclusiones que hoy te quiero compartir:
Todas las personas sin excepción queremos amar y ser amadas.
Algunos somos más competitivos que otros, pero eso son solo diferencias de nuestra individualidad, de esos rasgos de personalidad que nos definen.
A veces nos da miedo darnos cuenta de las falencia afectivas que tenemos y al no querer hacerlas conscientes, terminan consumiéndonos.
Algunos más fuertes que otros enfrentamos los miedos; esos que pueden llegar a crear frustración porque no permiten avanzar y así, con la certeza que podemos superarlos, buscamos la manera de enfrentarlos, porque se puede, si se quiere.
Recuerda que todos y cada uno de nosotros tenemos formas distintas de superarlos, esos súper poderes que nos permiten salir avante ante cualquier situación por compleja que sea.
No hay seres perfectos. Dentro de nuestra imperfección podemos llegar construir nuestra mejor versión. Si, esa que queremos, que nos cuesta y que requiere de determinación y disciplina porque creo que parte del éxito de lograrlo depende de esto.
A veces queremos comprender a otros, cuando nos hemos abandonado al olvido y pretendemos que los demás nos entiendan cuando nosotros mismos no nos hemos dedicado el tiempo para reconocernos, acompañarnos, ser compasivos con nuestra propia humanidad.
No puedes esperar que otros te amen, si en el camino le has permitido a algunas personas a que pasen por encima de ti y te lastimen por no poner límites, porque te vieron vulnerable y descompuesto. En ese proceso, permitiste que se afectara tú autoestima.
También sé que muchos sufren por penas pasadas, por no aprender a perdonar a quienes les hicieron daño y lo más triste que he visto, gente con enfermedades múltiples como consecuencia de esa falta de perdón.
Otros, se han convencido que no pueden cambiar, jóvenes y personas adultos mayores, se resisten al cambio, a adaptarse a los nuevos retos y les genera no solo ansiedad y angustia, sino frustración.
Lo anterior son algunas situaciones que he visto y que hoy quise compartirles. Sin embargo, creo que ejemplifican lo que somos y nos permite ver qué podemos reconsiderar para hacer cambios significativos en pro de un mejor vivir. Así, podremos aliviar un poco el camino que nos queda por recorrer.
Que sea esta la oportunidad para decirle a quienes me leen, que pueden ser multiplicadores de información, que nunca estamos solos y que todo puede ser mejor si propendemos el cambio.
No hay situaciones eternas, algunos momentos son buenos otros no tantos. La vida es un compuesto de todo y al ser cíclica y cambiante, estamos expuestos a diferentes circunstancias que aprendemos a sortear con el tiempo.
Por ello, eso que para otros es un problema, para ti es risa y viceversa.
Lo que no podemos hacer de ninguna manera es normalizar situaciones que no nos dejan crecer, menos aún permitir que otros comanden nuestra existencia. Los límites deben estar claros, los talentos reconocidos y el amor propio es algo que se debe alimentar a diario.
Este, es el mejor escudo que tienes contra personas abusivas, quienes no conocen de la responsabilidad afectiva y que sin duda han sido víctimas de esos victimarios que hicieron de bellas vidas un caos.
Nunca es tarde para aprender a conocerte, amarte, respetar tu cuerpo como el templo sagrado que es.
Aprender a disfrutar de todo cuanto compone tu vida y amar de manera auténtica a quienes te rodean porque como lo he expresado aquí, hay algo que nos mueve y se convierte en el motor de nuestras vidas, ese fuerte sentimiento llamado: Amor.
Desde hoy puedes empezar a mejorar tu vida, a hacer más liviana tú existencia, con lo poco o mucho que tengas pero con tranquilidad. Porque la vida es solo una y los momentos aunque quieran replicarse nunca serán iguales a los anteriores; así que vive, sueña, date espacio para ser feliz y no le huyas a la tristeza, ella enseña y te da la oportunidad de mejorar en todo cuanto te propongas.
Así que adelante, el momento es ya, los cambios dependen solo de ti!
Kommentarer