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EMPATÍA Y ÉXITO EMPRESARIAL

Por: Patricia Rodríguez Guevara; psicóloga organizacional con más de 20 años de experiencias.

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El éxito organizacional, lo que tantos emprendedores anhelan, la motivación de un sueño que se desea alcanzar, el esfuerzo que tras múltiples tareas algunos creen comenzar con su registro en Cámara y Comercio, la felicidad de saber que ahora eres legal y visible para ese  mundo que te rodea. 

Te sientes “preparado”, optimista, quizás con miedo, pero convencido que lo vas a lograr; sabes que todo lleva su tiempo. Has tenido espacios para pensar entre cuál de esas ideas maravillosas puedes adoptar y desarrollar, porque estas claro de tú talento y te has tomado el tiempo para analizar el mercado, te has preparado y has reunir recursos económicos en virtud  que siempre son necesarios.

Hay algo dentro de ti que te dice que vas a triunfar y vences el miedo a emprender porque son más tus ganas de lograrlo que este y por fin un día -tras trámites- tienes en tus manos esos registros que te exigen para ser legal en Colombia. 

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Sabes que ha llegado el momento de materializar, de hacer rentable esa idea que incluso te ha robado el sueño y pasa lo impensable: no llegas a cumplir tú primer año de vida… ¿Qué pasó entonces?

Lo tenías calculado, estudiado. Tus ahorros, tú corazón, ese capital semilla sumado a tu experiencia y conocimientos. Todo parecía estar controlado; ¿Por qué entonces no pudiste consolidar ese proyecto que se veía venir cargado de éxito?

Verdades

Si te das cuenta, hasta ahora solo hemos visto una punta del iceberg; pero dentro del proceso, olvidaste quizás una variable que no es tan fácil de controlar, el recurso que puede llegar a sumar, restar, dividir o multiplicar. 

Ese recurso al que muchas empresas le dedican tiempo de capacitación, formación, al que le invierten calidad, si, también es el mismo al que otros ignoran, porque no le dan el valor que merece. Pero sea cual sea el caso, pocas veces nos detenemos a pensar que gran parte del éxito de una organización depende de este: de su recurso humano.

En los más de 20 años de experiencia que llevo trabajando con muchas compañías, he podido darme cuenta de la importancia de la gente en el desarrollo de sus procesos. No basta con tener enmarcada la Misión, la Visión, los objetivos estratégicos de la compañía y hasta los valores; esto es solo el comienzo, hace parte de esa fundamentación estratégica, aún falta mucho por recorrer.

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No es suficiente meterle ganas a un programa de inducción, creer que escogiste al mejor candidato. No es suficiente entregar y hacerle firmar su contrato y con él sus funciones y  los manuales a que haya lugar. Hace falta pasión, compromiso, ganas, interiorizar todo lo que has plasmado en el papel, que lo puedas transmitir a tú gente y que ellos a su vez,  lo hagan parte de su vida en la empresa.

He visto que muchos sueños se materializan y cobran relevancia en el tiempo gracias al trabajo en equipo, a la colaboración y compromiso de los miembros que componen las organizaciones, a sus iniciativas, a la capacidad de crear, innovar, a su tolerancia a la frustración, al ser en sí mismos, porque ahí está su esencia, ahí comienza la magia. 

Infortunadamente he visto también cómo una empresa que nació siendo feliz y con todas las posibilidades, se va marchitando en el tiempo hasta morir… porque como se dice coloquialmente hablando: “una sola golondrina, no llama agua”.

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Remembranzas 

Mientras escribo pasan por mi mente los recuerdos fantásticos de mis primeros años de universidad, de la pasión que sentí en mi primera clase de psicología organizacional, mientras escuchaba al profesor hablar a partir de su experiencia, yo me transportaba imaginariamente a ese mundo que se convirtió en parte de mi todo.

Fue allí, donde comprendí que parte de mi Misión como psicóloga era coadyuvar a transformar esas empresas en un universo de posibilidades para sí misma y para cada una de las personas que la conforman. Pues ese otro mundo que está allá fuera, que es tan cambiante como nosotros y que puede ser transformador dependiendo de cómo lo percibamos de acuerdo a nuestra realidad, a veces  también termina siendo tortuoso, casi siempre desafiante, pero maravilloso si aprendemos a ver su mejor lado, incluso dentro del caos.

Con lo anterior quiero que pienses que tú colaborador no solo hace parte de tú mundo, sino que cada persona está inmerso en un universo donde en su mundo suceden muchas situaciones no siempre favorecedoras que ingresan con  ellos a la empresa y que de una u otra manera terminan afectando su desempeño.

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En realidad, me parece un comentario poco afortunado decirle a alguien que “entre a su trabajo sin los problemas de su mundo”. ¿Acaso puede dividirse alguien en un ser con cero problemas, dejando activo solo a este, mientras su  otro yo con problemas lo desconecta como al wifi y lo deja en un lugar remoto a su trabajo retomándolo al salir de este o al llegar a casa? 

Aún no conozco a la primera persona que tenga ese “súper poder”. Sí, a los que a través de la empatía de su (s) líder (es) les permiten sobrellevar sus adversidades de la mejor manera y hacer del trabajo una gran terapia y medio para superar sus situaciones complejas.

Es lo bello de mi profesión y de trabajar con las empresas, es en ellas donde sin duda he podido sumar más felicidad a mi vida, donde claramente gané experiencias, donde me he hecho como profesional y logré perfeccionar mi ser, vencer algunos de mis temores, miedos que se encierran por la incertidumbre, por los retos, por la gente en sí misma. 

Es allí donde he pasado por diferentes roles siendo colaboradora, compañera, amiga, líder, facilitadora de procesos, conferencista, asesora, consultora en fin un sin número de papeles que he jugado y que hoy me permiten hablar del tema con conocimiento de causa sin dejar de lado mi parte más humana, tampoco la sensibilidad que me caracteriza.

Ahora, haciendo remembranza de tantas situaciones compartidas, sería imposible hacer caso omiso a aquellos momentos de felicidad absoluta que me han motivado a seguir creciendo, a dar lo mejor de mí, a gozar del proceso, a querer más lo que hago y a las personas que he ido conociendo, un conteo del cual ya no tengo control.

Sin embargo, sería una gran mentira decir que todo ha sido tan dulce como un algodón de azúcar o tan tranquilo como estar bajo el cielo azul junto al mar contemplando su belleza, el sonido de sus olas cuando van y vienen, las aves volando y sentirte en profunda calma y tranquilidad siendo parte de esa belleza que es innegable a tus sentidos….

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Fraguando destinos

Quizás, en un solo artículo no podré consolidar mi vida en las empresas, pero si dejar un mensaje claro en esta y es que si quieres que ese plan estratégico al que le inviertes tiempo, dinero, donde consolidas tus mejores estrategias, se lleve a feliz termino y puedas cumplir tus metas, objetivos con los presupuestos establecidos, debes prestar gran atención a tú gente. 

Ellos, son el activo más importante que tienes. Sin ellos ni la herramienta más robusta de IA podría llevarte a la cima. Ninguna máquina podría superar la inteligencia de nosotros los humanos. Ni un par de robots reemplazar a toda tú nomina, tampoco un programa ser autónomo sin alguien que lo diseñe y lo programe. En nosotros esta la magia de crear, de innovar, de trascender.

Porque no importa que tan automatizados tengas tus procesos, los controles internos que establezcas, los manuales que diseñes, las auditorias que hagas, los protocolos que deban seguir tus colaboradores, entre tantas otras tareas relevantes, si descuidas a las personas que componen tú nómina, a tus contratistas, las buenas relaciones con tus proveedores y demás agentes que hacen parte de tú comunidad y que sin duda pueden sumarse al logro del tan anhelado éxito.

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Todos en conjunto como lo menciono, pueden sumar y es esa la idea, pero también podría ser lo contrario. 
 

De ti que estas al frente de tu organización y de tús líderes de equipo que bien deberían apoyarte, depende en gran parte que vivan un oasis de calma y satisfacción, siempre orientados al logro con los mejores resultados o que por el contrario, vivan en comunidad el caos por desatender al recurso más importante que se tiene: La gente. 

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